¿Qué es la ética kantiana?

La ética kantiana se basa en las teorías de la moralidad de Immanuel Kant , filósofo del siglo XVIII. El sistema de ética ideado por Kant sigue siendo influyente hasta el día de hoy, aunque está lejos de ser universalmente aceptado. La ética kantiana contiene varios principios fundamentales, aunque su trabajo se reduce principalmente a la idea de que ciertos principios son intrínsecamente morales, y que una persona o sociedad moral debe observar estos imperativos categóricos en todas las situaciones. Los críticos tienden a sugerir que la ética kantiana simplifica demasiado las decisiones éticas y sugiere que excluir toda emoción humana en favor de la observancia racional de ciertos principios no es posible ni deseable.

El sistema ético de Kant sigue siendo válido hoy, si no universalmente aceptado.

Uno de los pilares fundamentales de la ética kantiana es la idea de que es la voluntad de la persona, no necesariamente las consecuencias, lo que hace que una acción sea moral o no. Si una persona hace algo por un sentido del deber hacia la ley moral, entonces sus acciones tienen valor moral. Según Kant, esto significa que si una persona cuida de su hijo con la creencia de que cuidar de los niños es un deber importante, está actuando de forma ética. Sin embargo, si una persona se preocupa por un niño simplemente porque ama al niño, esta acción es más por inclinación que por deber y no por un valor moral.

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La forma en que alguien puede saber qué es la ley moral, según Kant, requiere probar un principio contra un sistema para ver si se mantiene. Un ejemplo de un principio, conocido por Kant como máxima, podría ser que si Joe es pobre, Joe robará a otra persona para obtener dinero. Para probar esta máxima de moralidad, primero debe generalizarse, como en: cualquier persona que sea pobre debería robar a otra para obtener dinero. La ética kantiana sostiene que esta máxima se desmorona en este punto, ya que si todos se dedicaran a un robo desenfrenado, la idea de propiedad personal se disolvería, lo que a su vez significaría que el robo sería imposible ya que nadie realmente poseería nada. Si una máxima no pasa la prueba de generalización, entonces no puede usarse como un imperativo categórico o ley moral intrínseca y no debe usarse.

Si una máxima resiste la prueba de la generalización, aún puede fallar la segunda prueba, que pregunta si una persona querría o querría que la generalización fuera un hecho. El famoso ejemplo usado por Kant para explicar este concepto se llama el argumento del mal samaritano, que sugiere que si bien una sociedad sería posible en la que nadie ayudara a un vecino en extrema angustia, la mayoría de la gente no querría esa situación, porque no habría nadie. para ayudarlos si estuvieran en extrema angustia. Según la ética kantiana, no se debe actuar sobre las máximas de que una persona no querría ser universal.

La crítica del principio de imperativos categóricos de Kant suele ir en contra de la idea de que una ley moral debe ser universal y no admitir excepciones. Por ejemplo, Kant afirma que el asesinato es universalmente incorrecto. Los críticos afirman que este principio sugiere que una persona debería permitir que su esposa sea golpeada y violada en lugar de asesinar a su agresor. La teoría de los imperativos de Kant , aunque bastante racional, parece ser un concepto utópico que no puede realizarse plenamente en una sociedad compleja.

Un segundo principio fundamental de la ética kantiana sugiere que las personas son intrínsecamente valiosas y no deben usarse ni tratarse como un medio para lograr un fin. Si bien esta teoría puede parecer descaradamente obvia en la actualidad, ciertamente no lo era en el siglo XVIII. Kant enfatizó la racionalidad de otros humanos, que era un concepto revolucionario en un mundo que se dedicaba a la esclavitud, reprimía a las minorías y velaba cuidadosamente contra los derechos de las mujeres.

 

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